Llamamiento para el número 5 de la revista ANIDA: «Donde todo es posible»

Hace unos años, M, una adolescente de Generación Global, un proyecto de artes escénicas comunitario que llevábamos desde nuestra compañía The Cross Border, compartió en el grupo, por qué había cogido manía al teatro y se había decantado por la música: en una representación del belén de Navidad en su cole, ella se presentó al papel de Virgen María, y la profe se lo denegó: su piel negra no entraba dentro del canon de cómo debía representarse a la Virgen María en el Festival del centro. M, que amaba el escenario como se ama de niña, sin saber bien por qué, de una manera arrojada y libre, fue expulsada del mundo en el que todo es posible. El espacio del teatro es el de imaginar posibilidades, el de la representación de lo que es y de lo que nos gustaría que fuera, es el único mundo donde puedes ser todo lo que sueñes. Si ese espacio no te da cabida, ¿cómo lo va a hacer la realidad?

Ángel Perabá, compañero del Cross Border, planteaba a un grupo de profes en una formación que facilitamos, la siguiente máxima: “ ante la manera habitual de usar las artes escénicas en las aulas, piensa cómo puedes hacerlo de otra manera». Si el teatro es la representación de la realidad, que pensemos su representación de otra manera, es una práctica de la cantidad de alternativas viables que habría en nuestro día a día. Hacer escénicas pensándolas de otra manera, es repensar también nuestra realidad.

Primero en la relación profesorado/estudiante tan similar a la que se da entre dirección/actor que conlleva en ambas el manejo del trabajo en grupo, el liderazgo y la escucha de necesidades y problemas; segundo, poniendo el foco en la creación de relatos que representen de manera diversa a la comunidad en la que estoy inmerso; y tercero, trabajando con lo que hay: las personas, el espacio, los recursos, sin pensar en lo que creo que debe ser el espacio escénico, si no en lo que se puede convertir. 

Inscripción abierta hasta el 28 de febrero de 2025 a través del enlace del Centro de Recursos de PLANEA. Consulta en este pdf  toda la información detallada y cualquier duda podemos resolverla en recursos@redplanea.org

Durante años el artista ha sido ese genio creador al que solo algunos pocos tienen acceso, y la relación director – actor (similar como decía antes a la de profesorado- alumnado)  se ha establecido desde una verticalidad que se repite hoy tanto en el campo profesional como en el amateur. El primer paso para repensarnos es el de plantearnos qué relación queremos crear con el resto del equipo. Si yo soy profe/ director, si yo organizo este cotarro: ¿Les digo por dónde tienen que salir en cada escena o pregunto para que ellos los descubran solos? ¿Doy un texto elegido por mí o hay un proceso de creación y selección en grupo? ¿Está todo en mi imaginación o en un espacio compartido, más grande, en una nube de imaginaciones varias que crean imaginario? Esto de la búsqueda de la horizontalidad en las escénicas, intrinca con la selección del qué y el cómo. Nuestra tradición teatral, arraigada en un teatro a la italiana y en el ámbito educativo en certámenes escolares y premios, no favorece un cambio de paradigma. Y si como dice bell hooks “enseñar es un acto performativo”, aquí va lo difícil: cómo un profesor pone la propia herramienta escénica a su favor en la manera de dar clase: ¿Hay algún ejercicio que me ayude a captar la atención de mi alumnado, generar debate o conflicto?¿Hago algo en el aula que sea una experiencia estética y emotiva que propicie que los cuerpos y mentes se coloquen en otra disposición, que piensen la materia que estoy dando desde un ángulo diferente? ¿Me ayudan las artes escénicas a plantear preguntas? 

En segundo lugar, aparece el relato, la selección de la historia que contar: ¿Quién la elige?¿Cómo la elegimos?¿Es partícipe el grupo de la creación/versión de esa historia?¿Representa la historia elegida a los miembros que participan de ella? ¿Cómo plasmamos a los personajes?¿Transgredimos los géneros y razas?¿Quién es la Virgen María en nuestra historia? Vuelvo a bell hooks: “como comunidad de aula, nuestra capacidad de generar emoción se ve muy influida por nuestro interés mutuo, por el interés de escuchar la voz del otro, en reconocer la presencia”. ¿Reconocemos a nuestros equipos y grupos?¿Reconocemos su voz, su cuerpo, su manera de estar en el espacio?  

Y por último, en qué formato llevamos esto a la práctica, en qué espacios, con qué medios. La directora estadounidense Anne Bogart nos anima a trabajar con lo que tenemos «ahora mismo», con la gente que nos rodea, con la arquitectura que hay alrededor. Siguiéndola me pregunto cómo usar de otra manera el espacio escénico, la dramaturgia aristotélica de principio, nudo y desenlace, la relación con el público. 

A través de este llamamiento buscamos recursos artístico-educativos replicables en diversidad de aulas y formatos en el trabajo con el alumnado, y en el propio papel del profesorado como performer del acto educativo. 

  • Metodologías que ayuden a la creación de narrativas y relatos que generen mundos únicos (como únicos son cada uno de los participantes de los procesos) y que den respuesta a los imaginarios, deseos y temores que el alumnado tiene.
  • Herramientas escénicas que produzcan diálogo, conversación, escucha, la base del acto teatral, siguiendo la máxima del director Peter Brook, donde si un hombre camina por un espacio vacío mientras otro le observa, es todo lo que necesitamos para que el teatro suceda. 
  • Ejemplos de exploración del espacio escénico de manera expandida: entendiendo el territorio en el que está inmerso el centro educativo (el barrio, el pueblo, la ciudad) y el espacio del aula como posibles espacios escénicos, trascendiendo las propuestas frontales a la italiana,  y abriéndonos a nuevas tablas donde un comedor, un patio, un cuarto de baño, un pasillo o la caseta del conserje, son nuestro lugar de juego.  
  • Procesos, cuyo resultado no tenga por qué ser una obra de final de curso, si no una performance, un happening, un teatro foro, un discurso, un spoken word, un grupo de chicos corriendo y bailando sin más. Incluso procesos que no tengan un final, que no tengan un aplauso. 

A esos que creéis que las escénicas se pueden hacer de muchas maneras, os estamos buscando.  

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Lucía Miranda

Es fundadora de The Cross Border, proyecto que trabaja en la intersección de las artes escénicas y la educación y cofundadora del colectivo internacional País Clandestino.
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