Dayana Rivera
Laura Valor
Normalmente la identidad se construye a partir de referentes externos, como lo que poseemos o no poseemos; lo que sabemos o no sabemos; nuestra historia individual o colectiva. Estos referentes refuerzan una identidad basada en la comparación, en lo que nos hace diferentes a las otras personas, para consolidar y defender el ego. Desde esta perspectiva es fácil caer en la tendencia a construir relaciones basadas en ganar o perder.
Para Wapsi nos planteamos abordar la identidad a partir de la fortaleza espiritual que todos los seres compartimos, a la vez que nos reconocemos únicos. Realizamos actividades que nos ayudan a recordar que tanto yo como también las otras personas y seres tenemos una luz interior que podemos reconocer y valorar.
Wapsi significa vapor de agua en Kichwa, idioma de la región andino amazónica del Ecuador. Wapsi es un espacio sagrado. Antes de entrar nos retiramos los zapatos y pasamos por el arcoíris chupa problemas, donde dejamos todo lo que nos incomode con la ayuda de unas plumas mágicas que nos limpian la mente, el corazón y todo el cuerpo. Una campanita nos armoniza para luego pasar a una atmósfera de tul blanco con cascabeles que parecen estrellas. Bajo un paraguas mágico se encuentra un abrigo rojo, peludo y también sonoro. Dentro del abrigo vive Sunie, un personaje viajero que es capaz de escuchar árboles, agua, volcanes, animales, flores y piedras. En la tradición yóguica, Sunie significa escucha profunda. En Wapsi nos acompañamos mientras intentamos activar instantes de escucha profunda y silencio.
Sunie está hecho de polvo de estrellas como todas nosotras. Su primer idioma es el silencio. Ha venido a recordarnos que todas y todos tenemos dentro una luz que nos guía, nos da calor, nos ilumina, nos da fortaleza y es fuente de infinito amor y paz.
Las sesiones están inspiradas en los cinco elementos: tierra, agua, fuego, aire y éter. Pasamos de una actividad a otra marcando el ritmo con ritos que inician y terminan al ritmo de canciones inspiradoras y sonidos. Jugamos con técnicas de arte, yoga y meditación como respirar, mover el cuerpo, prestar atención con todos los sentidos, relajarnos, percibir el silencio. Lo hacemos al ritmo del tambor, kalimba, pito, gong, cuenco tibetano, pandereta, sonaja, cajita musical. Nos gusta escuchar con atención los sonidos y silencios que producimos.